Por: OMAR FERNÁNDEZ

Durante los últimos meses, parte del debate nacional ha girado en torno a los posibles pactos y alianzas político-electorales que habrán de forjarse de cara al próximo torneo electoral del año 2024.

Todo tipo de opiniones han surgido respecto al tema, desde los partidos que podrían o no pactar y en que formato, los distintos niveles electorales en los que deberían hacerse, así como nombres que -de forma espontánea o inducida- salen a relucir como los candidatos que contarían con el respaldo de las distintas organizaciones políticas.

Sin embargo, a mi juicio, lo más importante de este debate es que ha promovido el interés de la opinión pública en un proceso que es de especial importancia por lo que implica en el futuro inmediato de la actividad política y la democracia misma en la República Dominicana.

Digo esto porque aunque tradicionalmente las alianzas han sido vistas como palancas electorales, lo cierto es que en un sistema político como el nuestro, acceder al gobierno con aliados fuertes y diversos, garantiza un alto nivel de gobernabilidad e índices adecuados de estabilidad política.

Entiendo, además, que las alianzas no se deben limitar a los acuerdos entre los partidos políticos, sino que deben integrar a grupos de interés como los gremios profesionales, los sindicatos de trabajadores, movimientos y agrupaciones, entre otros. Es solo así como una fuerza política puede garantizar que accederá al poder con una base de apoyo fortalecida y diversa.

Sobre este punto es necesario detenerse para dejar establecido que, desde la Fuerza del Pueblo, nos encontramos ante una gran oportunidad de hacer las alianzas políticas ideales, demostrándole al país que entendemos las razones por la cual conformamos este frente, ya que los acuerdos deben ser por afinidad de ideas, valores y principios, y no solo por cargos y posiciones. Los pactos efectivos deben ser buenos en la forma, pero sobre todo en el fondo. 

Lo que resulte de ellos debe ser un frente que sepa conectar con los anhelos de los dominicanos y no sólo haga críticas a la evidente crisis económica que enfrenta la nación y la falta de respuestas efectivas a la misma, sino que también pueda presentar propuestas viables para abordar esta situación.

Por eso, el gran reto que tendrán los partidos políticos dominicanos en la conformación de las alianzas, es saber elegir aliados y organizaciones que entiendan, representen y canalicen estas inquietudes de los ciudadanos y trabajen con ellos en buscar sus soluciones.

En fin, que aún en la diversidad de colores, banderas, logos y hasta ideologías, sepamos encontrarnos en ese punto de equilibrio por el bien del país. Estoy convencido de que será, precisamente en ese momento, en el que empezaremos a devolver algo de esa confianza perdida, a muchos dominicanos ansiosos por ser parte de un rumbo distinto.